Afectados por enfermedades mentales hablan en primera persona en Radio Rute sobre su situación y el estigma de la sociedad

El programa ha contado con el testimonio de familiares y  especialistas, pero sobre todo con el de los propios enfermos

El programa ha contado con el testimonio de familiares y especialistas, pero sobre todo con el de los propios enfermos

El 10 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Salud Mental. El lema elegido este año por la Federación de Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES) ha sido “Abriendo mentes, cerrando estigmas”. De nuevo, en Radio Rute se ha abordado la problemática de las personas afectadas y sus familiares. La emisora municipal ha contado en un programa especial con especialistas y personal técnico, tanto de Rute como del equipo de Salud Mental de Lucena, así como con enfermos e integrantes de Araem, la Asociación Ruteña de Ayuda al Enfermo Mental. Según su presidenta, Isabel Ramos, la enfermedad mental es la más antigua y a la vez la menos conocida. Desearía que no hubiera necesidad de celebrar este día porque significaría que la gente sabe lo que es. Pero no es así.

Ramos ha apuntado que este año se han dado en España veintinueve mil nuevos casos, como otra consecuencia de la crisis. Para su marido, Isidoro Herrero, a lo largo del año, hay días “para todo”. Por tanto, no ve mal que se haga este recordatorio para implicar a la gente. En su opinión, la enfermedad se ha de combatir desde tres pilares: la familia, el médico y el propio enfermo. Estos tres pilares han de trabajar mano a mano. Por su parte, Francisca Salido, trabajadora social de la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Lucena, ha repasado varios tipos de enfermedades mentales. Entre ellos, citaba los trastornos del estado de ánimo, como depresión; trastornos de ansiedad, trastornos mentales severos, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar; los alimentarios, como la anorexia nerviosa; o el trastorno asociado al riesgo de suicidio.

Pero sin duda, lo más interesante ha sido el testimonio de los propios enfermos. Salido cree que es muy positivo que en foros de este tipo se hable “en primera persona”. Han dado la cara personas de Rute y de otros municipios como Benamejí, integrantes de asociaciones afines a Araem. Es el caso de Joan Chacón, que sufre esquizofrenia paranoide desde hace veinte años. Su madre no oculta que cuando se enteraron les cayó “un jarro de agua fría”. Joan asegura que antes, “con la psiquiatría dura, en vez de luchar contra la enfermedad, se luchaba contra el enfermo”. La psiquiatría moderna ha demostrado que estas personas pueden “estudiar, trabajar o divertirse con los amigos”. Se trata, dice, de “cumplir a rajatabla con lo que pide el psiquiatra”.

Para la ruteña Julia Adamuz, hay un estigma social, pero también hay un “autoestigma”. Ante el miedo a ser rechazados, ocultan su enfermedad. Julia sufrió una anorexia nerviosa a los 12 años. Hoy día, el sistema educativo está incidiendo en estos temas. Los niños cada vez están más acostumbrados “a convivir con discapacitados, que van a clase con un monitor”. En cierto sentido, se está “normalizando”. Pero a ella le costó abrirse camino. Tenía en mente no fallar a mis padres, debía ser perfecta en todo: en los estudios, ayudando en casa… y en lo físico. Ahora tiene 35 años, le dieron el alta con 24, pero las cicatrices siguen ahí. Con 33 le diagnosticaron fibromialgia, cuyas secuelas arrastra, porque había cambiado su metabolismo en una etapa complicada. Lamenta que la sociedad vea al enfermo como un irresponsable, que coloquen la etiqueta, cuando en realidad se ha llegado a esa situación “por un exceso de responsabilidad”.

Dolores Sánchez también sufre una esquizofrenia nerviosa, pero en su caso le llegó mucho más tarde. Tiene 51 años y se la diagnosticaron hace cuatro. En principio, lo negó. No le apetecía comer y empezó a perder peso. Paradójicamente, eso la hacía sentirse feliz, cuando en realidad estaba empeorando. De hecho, la primera impresión al ir al hospital de salud mental fue pensar que no tenía por qué estar allí. No quería reconocer la enfermedad. Ahora, con la perspectiva de los casi dos años que ha pasado acudiendo al hospital de día, comprende que ha aprendido “muchísimo”. Su marido y los amigos han sido siempre los primeros en alertar. Cree que, según las circunstancias de cada uno, se ha de recurrir a unas personas o a otras. En su caso, sus padres son ya mayores “y no llegan a comprender lo que significa la enfermedad mental, les cuesta asimilarlo”. Sus hermanos, en cambio, sí, igual que su marido y los amigos.

El programa ha concluido con la lectura de dos textos. El primero lo ha leído Julia Adamuz. Era un poema de su hermana Mati, también afectada. Su trastorno es distinto del de su hermana, aunque ambas coinciden en el cuadro obsesivo-compulsivo. Mati describe sus habilidades, sus anhelos, sus aspiraciones, como cualquiera. Por eso, no quiere que la compadezcan ni tomen decisiones por ella. Por último, Loles ha leído el manifiesto que se ha consensuado para este día y para que sea en los plenos de los ayuntamientos de la provincia. En él, los enfermos hablan en primera persona del estigma, el autoestigma y la autoestima. Se imponen la tarea de integrarse pero a la vez la sociedad ha de integrarlos. Hace falta información y comprensión, y que las autoridades luchen para erradicar ese estigma que ve a estas personas como peligrosas.

Deja un comentario