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Culminan los actos de conmemoración del cincuenta aniversario de la Escuela Hogar con la fiesta fin de curso
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En la fiesta hubo actuaciones musicales, entrega de premios y diplomas, y se contó con antiguos alumnos
Con la fiesta de fin de curso de la Escuela Hogar culminan una serie de actos lúdicos, conmemorativos y de convivencia que se han venido desarrollando durante todo el presente curso escolar. Se han hecho con motivo de la celebración de su cincuenta aniversario. Corría el año 1965 cuando el entonces Ministerio de Educación contempló la necesidad de crear centros de enseñanza en régimen de internado. Con estos centros se pretendía solucionar el problema de absentismo de aquellos alumnos procedentes del medio rural, y que vivían en núcleos aislados. Al carecer de medios de transporte, no podían asistir habitualmente a la escuela. En ese contexto, Mariano Jiménez, por entonces presidente de la entidad, decide ceder el edificio a la Fundación Juan de Dios Giménez para crear la Escuela Hogar. Nacía así la primera Escuela Hogar de Andalucía.
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Mariano Jiménez también adopta la decisión de que sean las hermanas mercedarias, presentes en la fundación desde 1890, las que se pongan al frente. Son datos que recuerda sor Rosa María Palomino, actual directora titular de la escuela. La superiora aprovechó sus primeras palabras para agradecer al fundador “la generosidad y el interés por la cultura y educación en Rute”. Durante su intervención, Palomino recordó el ideario de la escuela, que, según dijo, promueve “una educación integral acorde con la concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo”. Es una educación “inspirada en el amor, en la justicia y en la libertad”, y basada en “el respeto, la generosidad, la tolerancia y la responsabilidad”. Son valores “muy necesarios”, sostiene, “que ayudan a los hombres y mujeres del mañana a construir un mundo mejor, una sociedad más justa”. De hecho, ése ha sido el objetivo de la escuela, el lema elegido para presidir esta fiesta: “50 años educando en valores”.
De ahí que la religiosa quisiera agradecer a las hermanas mercedarias, a los miembros de la fundación y a todas aquellas personas que han contribuido y ha dado parte de su vida, sus cualidades y su tiempo a tantos niños y niñas que han hecho de esta institución su segundo hogar. En efecto, ha sido un hogar en el que estos niños han compartido momentos de todo tipo. Para la religiosa, los que están o han pasado por la escuela son “los verdaderos protagonistas” de esta historia y los que han hecho posible que todo el personal que ha tratado con ellos “crezca en el amor y en el espíritu de servicio a los demás”. Por eso, considera que éste ha sido un día ideal para compartir recuerdos y arrancar sonrisas. Confía en que el paso de todos estos chicos y chicas por esta casa haya contribuido para hacerlos mejores personas.
Fue, pues, un día de fiesta en el que se contó con las actuaciones de los distintos grupos que conforman la escuela hogar. Cada grupo de edad, con su maestra o monitora, había preparado un baile para la ocasión. Además, se entregaron los diplomas a los alumnos que han destacado por sus estudios, y a otros por su compañerismo y contribución al pacifismo. El actual presidente de la fundación, Zacarías Jiménez, también entregó un premio literario a uno de los residentes más destacados, Arón Ávila Rosas. Este chico fue el presentador de la gala junto a otra compañera y además recibió más reconocimientos por su actitud ante el estudio y su compañerismo. Éste ha sido su último año, no se quiere ir de la escuela, pero ya no puede continuar porque termina su Educación Secundaria Obligatoria. A buen seguro, Arón Ávila será de los que echará de menos a todos sus compañeros y el personal del centro. El presidente de la fundación aprovechó la ocasión para felicitarlo y desearle suerte.
Asimismo, se contó con las actuaciones especiales de los alumnos y alumnas de la Escuela de Sebastián Leal y Antonio y Mónica Dance. La jornada concluyó con la entrega de un gran ramo de flores y un regalo por parte de los actuales alumnos a Rosa María Palomino. También antiguos alumnos presentes en el acto la obsequiaron y recordaron su paso por la escuela. Fue el caso de Juli Montes. Ella era de esas chicas que vivía en un núcleo diseminado y tenía pocas posibilidades de asistir a clase. Pasó por escuela hace cuatro décadas y en ella permaneció durante doce años. Montes, emocionada, reconoció haberse sentido en la escuela como en su casa. Gracias a la formación recibida, dijo, pudo hacer el Bachillerato y acabar luego los estudios universitarios, y hoy tiene un empleo.