Técnicos y expertos en agricultura debaten en Rute sobre las necesidades concretas del olivar en pendiente

José Miguel Garrido cree  que en la actualidad el suelo del olivar se ha empobrecido

José Miguel Garrido cree que en la actualidad el suelo del olivar se ha empobrecido

El salón de actos de la Cooperativa Agrícola de Rute acogía en la tarde del 2 de junio unas jornadas sobre modelos experimentales en olivar adehesado. Estaban organizadas por el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) y el Grupo de Desarrollo Rural de la Subbética. El objetivo era abordar distintos aspectos del olivar: la conservación de suelo y agua, el manejo de cubiertas vegetales, los principios de producción ovina y las perspectivas de futuro para este sector clave en nuestra tierra. En todos los casos los temas estuvieron enfocados hacia olivares en pendiente. No es sólo el tipo de suelo más común en el término de Rute, por la orografía del terreno, sino en general en todo el sur de Córdoba. Según Eduardo Fernández, ingeniero agrónomo del GDR y técnico responsable del proyecto de olivar adehesado, este olivar tiene unas dificultades añadidas en el manejo de la maquinaria agrícola. También acarrea más problemas de erosión por las lluvias.

La erosión hace que la tierra vaya perdiendo nutrientes y todo lo que hace que el olivar “sea un suelo equilibrado”. La consecuencia es que los costes de producción y mantenimiento se incrementan. De hecho, Fernández ha señalado que el objetivo es que se tengan en cuenta estos condicionantes en la nueva Política Agraria Común que se está elaborando ahora y que entrará en vigor a partir de 2013. José Miguel Garrido, ingeniero agrónomo y encargado de hablar de la adecuada conservación del suelo, apostilló que la PAC va encaminada “al respeto con el medioambiente”. Eso implica no sólo conservar el suelo y el agua, sino también el control de plagas y enfermedades “con los medios naturales”.

Para Garrido, en la agricultura actual se vive “de espaldas” al soporte principal, que es el propio suelo. Otro error que se comete es el de sacar agua de las fincas, “cuando se debe hacer al contrario, mantener cualquier gota que caiga dentro del olivar”. En cierto modo, el trabajo para cuidar la tierra no se ha modernizado en la misma medida que otros aspectos de la agricultura. Como ejemplo, recuerda que hace cincuenta años las fincas estaban llenas de setos y linderos, “y poco a poco se ha ido dejando sólo el olivo”. Por tanto, en parte el suelo “se ha empobrecido”. Estamos, pues, asistiendo a “un mal manejo” del que no tienen toda la culpa los agricultores. Es más fruto de una falta de información y en ocasiones del propio avance de la técnica. Antes se araba con una yunta de mulos “que al llegar a la raíz se paraban”. Ahora un tractor arrasa con todo, de manera que se daña “el sistema radicular de la planta”.

Sin olvidar, como apuntaba su compañero Eduardo, que el olivar en pendiente requiere más cuidados (y con frecuencia más inversión), ve difícil “dar con una receta” sobre el manejo más adecuado. Lo que sí tiene claro es que hay que aprovechar los propios recursos de la naturaleza. Así, una cubierta vegetal puede servir para conservar el agua, el suelo y obtener mejor cosecha. El problema es que se ha creado la imagen de que el agricultor que deja cubiertas en su finca es un descuidado. Tampoco considera conveniente tanto abuso de los fitosanitarios. En su opinión, habría que girarse hacia la gente mayor “y preguntarle cómo se hacían las cosas, sin menospreciar los medios que tenemos hoy”.

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