Las Fiestas de Mayo de la Vera Cruz escenifican en las calles de Rute el triunfo de la vida

Tras un participativo concurso de cruces, el momento central de estas fiestas llegó con la procesión del primer sábado de mayo
Tras un participativo concurso de cruces, el momento central de estas fiestas llegó con la procesión del primer sábado de mayo

El barrio de la Vera Cruz volvió a engalanarse para sus Fiestas de Mayo. Por supuesto, el ambiente crucero se ha respirado en todo el casco urbano de Rute durante el primer fin de semana del mes. Prueba de ello es que más de la mitad de las cruces inscritas estaban fuera del barrio, amén de otras que no concursaban. Sin embargo, es indudable que en este rincón se vive de modo especial la esencia de estas fiestas. Sus vecinos adornan los balcones con colgaduras, con macetas, con todo aquello que dé colorido. Porque, aparte del componente religioso, son unas fiestas de color. En realidad, no son dos conceptos tan desligados. La primavera tiene un aire de nuevo ciclo, de renacer, de abrirse paso la vida, a través de los campos, de las flores, de esa explosión de color repetida año tras año. En lo religioso, la exaltación de la Santa Cruz representa justo eso, el triunfo de la vida sobre la muerte. El presidente de la cofradía, Francisco Jesús García, subraya que tienen muy claros “los tiempos litúrgicos”. Ha de ser así, para separar esta celebración de los cultos cuaresmales y la Semana Santa. Entraña un riesgo evidente poner en la calle en dos ocasiones a la Virgen de la Sangre si no se demarca el sentido específico de cada una de sus estaciones. En Semana Santa está presente el luto y el dolor. Ahora, en cambio, se impone la luz y la alegría por la Resurrección.

Esa luz y ese colorido se hacen patentes en el concurso de cruces. Es la traslación al ámbito religioso del reverdecer de los campos andaluces. Sería difícil entender fuera de nuestra cultura y el contexto de nuestra tierra una fiesta tan participativa. Aparte de la celebración religiosa, elaborar una cruz es un acto de creatividad, de vecindad, de convivencia, de vestir y poner de escaparate las calles de Rute. Cierto es que la participación ha sido menor en la categoría infantil, con sólo una cruz inscrita, la del grupo de escolares del colegio Fuente del Moral. Ya el año pasado se alzaron con el primer tiempo con su recreación del universo de los pitufos. En esta ocasión, han trasladado el entorno crucero a la saga de películas de Piratas del Caribe. Pero si en la modalidad infantil ha habido menos concurrencia, se ha compensado con creces en adultos, con trece inscripciones. Además, la frontera entre las dos categorías es a veces difusa, por la implicación de muchos grupos jóvenes.

Entre ellas, el primer premio ha correspondido a un grupo de vecinos de la calle Federico García Lorca. Estaba inscrita a nombre de Carmen María Ruiz Trujillo, y en su entorno típico destacaban las reproducciones de cuadros de Julio Romero de Torres. Lo original era que no se trataba de pinturas, sino de bordados hechos a mano por Rosario Rabasco. La cruz en sí estaba hecha con claveles. El segundo premio ha correspondido a la asociación Arapades. Siempre despierta expectación saber con qué materiales van a preparar la cruz en los trabajos manuales las personas que hay en el centro de día. Esta vez se ha elegido trabajar con pan de molde, secado, prensado para, una vez sacado el modelo de las flores, pintarlas con témperas. En cuanto al tercer premio, ha sido para otra cruz de lo más original: la del grupo joven de la cofradía de Jesús de la Rosa. Estaba cubierta de nada menos que  1698 flores confeccionadas con papel de tabaco.

El mismo día del concurso de cruces se había inaugurado la mesa de regalos, cuya subasta tuvo lugar en la tarde del domingo. Pero sin duda, la jornada más intensa fue la del sábado. Por la tarde, se celebraron las tradicionales carreras de cintas y sacos. Como recordaba el presidente, estas carreras son parte de las señas de identidad de las fiestas de la Vera Cruz en nuestro pueblo. Justo después, a las ocho, llegó el momento cumbre, con la procesión de la Santa Cruz y la Virgen de la Sangre. Como ya ocurriera en Semana Santa, y en vista del buen resultado que ha dado, se apostó por adelantar la salida para poder asistir antes al espectáculo de fuegos artificiales. Abriendo el cortejo estuvo la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo del Mar, de Vélez Málaga, y cerrándolo la Banda Municipal de Hornachuelos.

Como siempre, volvió a destacar un hecho que hace especial a la procesión de la Santa Cruz. Es la única de Rute que va portada por un grupo de 22 chicas. Durante el recorrido se vivieron instantes intensos y muy visuales, como las “petaladas” que hubo en la salida, por gentileza de la cofradía, y al paso por el Círculo de Rute, en este caso por cortesía de un grupo de amigos. También fue llamativo el tramo final, por plasmar esa metamorfosis hacia el color. En Semana Santa, las imágenes suben en paralelo sólo con la luz de las antorchas. Ahora ese recogimiento cambia por el colorido de las bengalas. La saeta espontánea que cierra la noche es reemplazada por los fuegos artificiales. En la naturaleza y en lo espiritual, la vida triunfa y vuelve a abrirse paso.

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