La empresa de Rute Samafrava defiende el reciclado de las bolsas de un solo uso y mantiene su apuesta por las reutilizables

Manuel Córdoba observa el proceso de transformación  del plástico en  la empresa

Manuel Córdoba observa el proceso de transformación del plástico en la empresa

Su director de operaciones, Manuel Córdoba, aclara de entrada que el PNIR es una respuesta “al abandono” en nuestro entorno de estas bolsas que ocasionan, según matiza, “contaminación óptica, porque no es un producto tóxico”.El PNIR prevé la reducción de las bolsas de un solo uso en un 50% para los próximos dos o tres años, “y su posterior sustitución por productos biodegradables”. Son las típicas bolsas de supermercado, de menor grosor. Córdoba asegura que desde Anaip son “los primeros” en querer cuidar el medioambiente. Por eso, están apostando por las bolsas reutilizables.

Tras treinta años de andadura, la producción de bolsas de un solo uso en Samafrava “no sobrepasa el 30%”. Si no se ven muy afectados en lo económico con esta normativa, sí se sienten “moralmente comprometidos” con sus compañeros del sector, “más aún cuando el producto está siendo atacado sin ninguna base sólida”.

De hecho, el PNIR “no prohíbe” ningún tipo de producto, sino “limitarlo y buscar otras alternativas”.En Samafrava, por ejemplo, ya se trabaja con la fécula de patata “a pesar del alto coste de la materia prima. También el plan admite como sustitutivo la bolsa reutilizable. En el fondo, todo se basa en reciclar y dar un uso adecuado.

Según Córdoba, el plástico es tan tóxico “como cualquier otro producto que se abandone en el medioambiente”. Incluso, defiende que es uno de los productos de embalaje “que menos dióxido de carbono emite en su proceso de transformación”. En cualquier caso, los fabricantes ya están elaborando una normativa cuya certificación correrá a cargo de la acreditada AENOR.

Con todo, admite que se ha generado “cierta alarma” entre los clientes que conforman ese 30% de bolsas de un solo uso. Córdoba cree que es “imposible” que la campaña que a nivel nacional ha lanzado “alguna que otra superficie” no cale en el consumidor. En su opinión, esta campaña, que distingue de la Administración, responde más a “intereses económicos”.

Con el cambio del plástico por otro material o por bolsas reutilizables, éstas se están cobrando “pero no repercute en un descenso del precio que se ponía al consumidor en el producto por las bolsas de un solo uso”.Además, Córdoba recuerda que “en torno al 80% de la alimentación se sigue envolviendo en productos plásticos”.

Según el director de operaciones de Samafrava, habría que preguntarse por las razones medioambientales de una campaña “que sólo ataca la bolsa de plástico y no al plástico en general” para entender “los tintes demagógicos” que hay detrás.

A ello se une el desconocimiento de los usuarios y sobre todo “que es muy difícil competir contra campañas de publicidad de millones de euros”. Por eso apela a “la reflexión” de los consumidores como complemento del compromiso de los fabricantes. Si se hiciera un uso y un reciclado adecuados no saldrían a la luz campañas de este tipo.

Córdoba insiste en que “no es incompatible” cuidar el medioambiente y proteger a un sector que engloba a trescientas empresas y once mil empleados. En el caso de Samafrava son sesenta personas en plantilla, “más otras setenta u ochenta que figuran como representantes”.

Su director de operaciones, Manuel Córdoba, aclara de entrada que el PNIR es una respuesta “al abandono” en nuestro entorno de estas bolsas que ocasionan, según matiza, “contaminación óptica, porque no es un producto tóxico”.El PNIR pre

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