José María Molina Caballero fue el mantenedor de los XXXIV Juegos Florales de la Vera Cruz

Arriba, José María Molina recibe el aplauso del alcalde y los hermanos mayores. Abajo, los miembros de la cofradía posan con los premiados en los Juegos Florales
Arriba, José María Molina recibe el aplauso del alcalde y los hermanos mayores. Abajo, los miembros de la cofradía posan con los premiados en los Juegos Florales

En Rute comienzan los cultos en honor a la Santa Cruz y la Virgen de la Sangre que organiza la cofradía de la Vera Cruz. Uno de los actos más entrañables y característicos de esta hermandad es la celebración de los Juegos Florales. Desde hace treinta y cuatro años, personas ilustres y ruteños devotos han sido los encargados de pregonar a las imágenes titulares de esta cofradía. Este año el mantenedor ha sido el director de la editorial  y la revista literaria Ánfora Nova. Como bien se encargó de recordar el presidente de la cofradía, Francisco García, estamos ante un ruteño ilustre, pródigo como poeta y escritor, y miembro de la Real Academia de Ciencias Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

Además, José María Molina ha sido reconocido con el Premio Villa de Rute a la Cultura, la  Medalla de la Subbética y fue acreedor de una beca del Ministerio de Cultura. Asimismo, ha sido colaborador asiduo de la revista de la Vera Cruz. Por tanto, el mantenedor de este año, no sólo está muy vinculado con el mundo de la Educación y la Cultura por su doble faceta docente y literaria; también se siente muy vinculado con “la familia crucera”. De ahí que le haya resultado grato ser el pregonero de estas “memorables y esplendorosas” fiestas religiosas. Comenzó con un soneto dedicado a la Virgen de la Sangre. Poco a poco, fue esbozando y deteniéndose en todos y cada uno de los sentimientos y momentos que le evocan la Virgen y la Santa Cruz. En prosa evocó la devoción que siente hacia esta advocación. Entiende que la devoción puede ser la entrega a una experiencia, por lo general, de carácter místico, algo que enriquece el alma, la memoria y el entendimiento.

También quiso plasmar la belleza plástica que significan las salidas procesionales de las imágenes titulares de esta cofradía, tanto en Semana Santa como en las Fiestas de Mayo. Lo hizo a través de un soneto titulado “Crisol de belleza”. El trabajo cofrade, como el engranaje religioso y social que posibilita el acercamiento a la literatura  de muchos jóvenes, fue reconocido a través de otro soneto. Molina se detuvo en el caudal humano, en las familias enteras que se implican para mantener esta tradición. Este caso les dedicó el poema titulado “Silencios imprecisos”. Al fervor que se respira en esta cofradía dedicó “Palpitar dichoso” y a la revista de la Vera-Cruz, fundada en 1966 y próxima a sus bodas de oro, ofreció otro de sus sonetos. Y así, fueron sucediéndose poemas, recuerdos, sonetos, reconocimientos y un sinfín de sentimientos que lograron hilar un pregón cargado de lirismo y maestría. José María Molina tampoco se olvidó de la espiritualidad como vínculo entro el ser humano y la divinidad, ni de la religión como elemento integrador y como un importantísimo hecho cultural. El colofón a la serie de versos elegidos y elaborados para la ocasión llegó con el soneto “Flor Luminosa”.

Como de costumbre, antes de la intervención del mantenedor de los Juegos Florales se procedió a dar a conocer a los premiados en el concurso de poesía que dicho acto acarrea. En esta ocasión, han participado 116 poemas. En la categoría infantil el primer premio correspondió a José María Caballero, seguido de Isabel Fernández y Laura Escobar. En esta categoría se concedió un accésit a Noelia Cordón. En la categoría de adultos, el primer premio recayó en Carmeli Alcalá, el segundo ha sido para Francisco Ruiz y el tercero para Purificación Cobos. Finalmente, se concedió un premio a la poesía más popular, que en este caso ha correspondido a Natalia Gómez.

El acto de clausura de los XXXIV Juegos Florales se llevó a cabo en esta ocasión en el último domingo de abril, en la ermita de la Vera-Cruz. En el altar mayor, acompañando al mantenedor y a todos los premiados, estuvieron el alcalde Antonio Ruiz, los hermanos mayores, Francisco de Paula Sánchez Zamorano y su esposa, Dolores García, así como los diferentes miembros de la junta de Gobierno de la cofradía.

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