Los estudiantes han comprobado de forma gráfica varias líneas de investigación en las que se puede trabajar con diferentes carreras
Desde hace cuatro años, el departamento de Biología y Geología y el de Física y Química del IES Nuevo Scala de Rute organizan una jornada que mezcla lo informativo y la convivencia intergeneracional. Para ello, se contacta con antiguos alumnos y alumnas cuya actividad profesional esté relacionada con la ciencia o la naturaleza. La filosofía de partida es que estas personas sean referentes en sus campos, porque pueden representar un espejo donde mirarse los estudiantes actuales. De hecho, la jornada se dirige a escolares que están a las puertas de tomar decisiones importantes para su futuro, para que lo que escuchan les pueda servir de orientación. En ocasiones se ha hecho con estudiantes de segundo de Bachillerato, que están a punto de comenzar una carrera. En otros casos, como este año, se ha optado por el alumnado de cuarto de ESO. Estos chicos y chicas tienen que elegir a corto plazo qué rama del Bachillerato van a estudiar.
Por lo que se refiere a los ponentes, de las experiencias previas se sabe que les gusta también esta “vuelta a casa”. Por un lado, entablan contacto con gente joven y detectan la misma ilusión que sintieron años atrás. Y por otro, el encuentro permite conocer la trayectoria de personas con las que habitualmente nos cruzamos por la calle, sin saber el amplio currículum que atesoran. Así, el primer año se contó con los bioquímicos Antonio Sillero (Premio Villa de Rute de Ciencia, entre otros muchísimos reconocimientos) y su esposa María Antonia Günter, y con los biólogos María Isabel Igeño y Daniel Macías. El segundo año vino Julia Ramírez Porras, doctora en Medicina, y en la tercera entrega estuvo Francisco Moreno, veterinario y naturalista.
La invitada esta vez ha sido Pilar Ramírez. Aunque no nació Rute vive aquí y completó en el instituto el antiguo Curso de Orientación Universitaria (COU). Es ingeniero agrónomo y actualmente trabaja en el IFAPA de Cabra. Pese a que el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria cuenta con dieciocho centros en toda Andalucía y setecientas personas trabajando, no es una entidad demasiado conocida fuera del sector agrario. Por tanto, jornadas como ésta permiten para que se conozca su labor. Ramírez centra su estudio en catas de vinos y en las propiedades vitivinícolas. Pero al estar con menores no podía ofrecerles alcohol. De ahí que les mostrara otra de las líneas en las que opera el IFAPA egabrense. Los estudiantes han degustado gelatinas y mermeladas que se elaboran con vino de Montilla-Moriles. Conservan las mismas propiedades pero sin alcohol. Su desarrollo ha sido posible gracias a una línea de colaboración, mediante subvención, entre las Bodegas Robles de Montilla y el IFAPA. La gama de productos en los que investigan abarca hasta los arropes y una gelatina hecha a partir de vino fino. Según ha dicho, los chicos literalmente “se han comido el vino de Montilla-Moriles”.
La idea era enseñarles “de manera muy gráfica” líneas de investigación que se llevan a cabo con productos de la zona. Además, no son meros experimentos que se quedan en un laboratorio, sino productos que después se comercializan con normalidad. A todo ello, en fin, añade que son productos “totalmente ecológicos” y que su elaboración, como otros proyectos similares, es fruto de “una simbiosis” de esfuerzos entre una empresa y la administración. Sobre el motivo inicial de su visita a Rute, explica que en los centros IFAPA de Andalucía hay gente con las licenciaturas de Biología, Química, Ciencias del Mar, “en los cinco centros náutico-pesqueros de la costa”, e Ingeniería Agrónoma, “además de personal que ha estudiado FP en cualquiera de las especialidades agrarias o industrias agroalimentarias”.
