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Se constituyó hace un año pero su puesta de largo llega ahora, con la apertura de su sede
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Se ha habilitado y acondicionado un local del Ayuntamiento en la Casa de la Cultura
El mes de septiembre se ha cerrado en el plano cultural con la puesta de largo de un nuevo colectivo en Rute. El club de baile “Espiral” se constituyó como tal hace un año. Pero ha sido ahora cuando se ha dado a conocer de manera oficial. Esta presentación en sociedad se ha hecho coincidir con la apertura del local que servirá de sala de baile y sede del club. Se trata de un espacio cedido por el Ayuntamiento y ubicado en la última planta de la Casa de la Cultura. Detrás de la idea están Antonio Ruiz y Mónica Guerrero, responsables de la escuela de baile Antonio y Mónica Dance. Según explica ella, el nombre está tomado de una “figura” o ejercicio del baile deportivo.
Aunque los dos han coordinado el nacimiento del club, el mayor respaldo llega de parte de los numerosos aficionados al baile que hay en Rute. Han sido los propios responsables de “Espiral” los que se han ocupado de acondicionar la sala para ponerla a punto, aunque no han dudado en dar las gracias al Ayuntamiento por la cesión del local. A partir de ahora, queda a disposición de todos los socios de la escuela, “sin cuota adicional”, según apunta Mónica Guerrero. La monitora ha adelantado que se abrirá en cualquier momento de la semana: aparte de las clases, estará operativo cuando alguna pareja necesite practicar.
Antonio Ruiz distingue el baile social del deportivo. Éste incidiría en la modalidad de competición, con la celebración de campeonatos en pabellones o espacios amplios. Su compañera matiza que las diferencias de contenidos no son tantas. Sin ir más lejos, en la localidad ya existe la asociación Rute Baila, con varias personas formando parte de los dos colectivos. En la provincia hay pocos clubes de estas características, por lo que éste nace con la vocación de incorporar llegado el caso a gente de fuera de Rute. Con todo, para el monitor la afición al baile en el municipio aún no ha tocado techo. Es más, cree que se puede abrir un abanico muy amplio entre el público infantil.
Sin embargo, ese carácter de competición sí implica que se sigan unas reglas y haya que aprender antes unas técnicas determinadas. No en vano, la finalidad es “preparar” a los miembros del club para el baile social y el deportivo. Con frecuencia, ese aprendizaje se produce de manera autodidacta. Ruiz es consciente de que habrá que hilar fino para enseñar de forma amena, ya que cuesta mentalizarse para estudiar una teoría previa. Eso sí, tienen claro que el hecho de acudir a una competición o un campeonato ha de ser una decisión de los propios alumnos. No se les puede forzar. Para Ruiz, el esfuerzo llega durante el aprendizaje en sí. Después, el baile en sociedad “se debe disfrutar”.
