El barrio de la Vera Cruz se engalana para culminar sus Fiestas de Mayo

  • La procesión de la Virgen de la Sangre y la Santa Cruz escenifica la celebración que conlleva la Pascua de Resurrección

  • La cofradía experimenta una transformación del dolor y el luto de la Semana Santa a la luz y el color de la exaltación de la Cruz

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Frente al luto y las antorchas de la Semana Santa, la procesión del 1 de mayo se llenó de luz y bengalas

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Se completó un año más la transformación, esa metamorfosis que se repite en un rincón de Rute llamado barrio de la Vera Cruz. La idiosincrasia única de la cofradía del mismo nombre le otorga la condición de cofradía de Pasión. Al mismo tiempo, celebra las Fiestas de Mayo como unas fiestas de Gloria. Y en ese proceso que va de la Cuaresma al llamado “mes de las flores” se produce también la transición en los cultos. Como apunta el presidente Francisco Jesús García, no es una mera cuestión estética. Son los plazos que marca el calendario litúrgico. Pero es consciente de que por las calles del barrio se abren paso el color y la luz, como reflejo de una primavera que está en plena eclosión. La Pascua de Resurrección representa para los creyentes el triunfo de la vida sobre la muerte. Como expuso con precisión de cirujana de la fe la mantenedora de los Juegos Florales de este año, Dolores Roldán, es la exaltación de la Santa Cruz, una cruz vacía porque simboliza esa Resurrección.

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La Santa Cruz es la única procesión de Rute que lleva un grupo de mujeres costaleras

No es casual, desde luego, que su celebración coincida en el tiempo con la estación en que la vida se abre paso, con ese florecer de la naturaleza. Tampoco es capricho que, si bien el grueso de cultos y actos tiene lugar en abril, los días centrales, con esa carga metafórica de la luz y las flores, se reserven para mayo. Incluso si, como ha ocurrido en este 2016, el primer día del mes es domingo, se hace una excepción. En esos casos la procesión no sale en sábado, para no solaparse con las Fiestas de la Virgen de la Cabeza. Pero se mantiene que la Virgen de la Sangre y la Santa Cruz desfilen ya entrado mayo. Tan sólo el concurso de cruces, otro de los momentos culminantes de estas fiestas, se ha quedado en esta ocasión en el límite del último día de abril, y en sábado en lugar de viernes.

Ése es el ambiente que se respira en la Vera Cruz llegado mayo. Los vecinos y la cofradía las definen como “fiestas de barrio”, y lejos de tener un tono peyorativo o menor, la declaración insinúa una reivindicación de sus señas de identidad. Se trata, en efecto, de un barrio singular, por varios aspectos. Dentro de lo que se podría denominar “casco antiguo de Rute”, ha sido el último en expandirse. El mismo nombre de la calle Granada indica que era una de las salidas del pueblo. Tal vez por esa misma cercanía a la aldea de La Hoz, muchos habitantes de “Las Huertas” se recogieron aquí cuando se construyó el Pantano. La consecuencia es que, a día de hoy, esta cofradía y la del Consuelo comparten hermanos y costumbres, como la subasta de regalos de la mesa. Las dos mantienen también tradiciones como las carreras de sacos y cintas. Sin su perseverancia, se habrían perdido, por más que sigan gustando a pequeños y mayores que recuerdan así su infancia.

Y es un barrio peculiar por la distribución de sus calles, laberínticas en cierto sentido, que invitan a volver a la ermita como punto de partida. Algunas, como la calle Sagasta, no tienen salida, de manera que los dos tronos han de “ceder el paso” para dar continuidad a la comitiva. Ese barrio tan particular es el que literalmente se engalana para recibir al resto del pueblo, el corazón de la procesión, pese a que se asome a otros puntos como el Círculo de Rute, el Ayuntamiento o Santa Catalina. Sus balcones se llenan de colgaduras y de ellos no se escapa una saeta surgida en las entrañas de una garganta espontánea. En consonancia con el nuevo sentir, de esos mismos balcones caen petaladas de flores. No son esas saetas lo que se dispara al cielo ruteño, sino cohetes con su sonido más festivo. Ni son antorchas lo que ilumina el tramo final del recorrido, sino bengalas, antes de los fuegos artificiales. Aunque los dos pasos procesionales suben en paralelo hacia la ermita, las sensaciones son muy diferentes. Los hermanos de varal con la Virgen, y sus compañeras costaleras con la Cruz (la única procesión de Rute portada por mujeres) desfilan entre las mencionadas bengalas, como remate de la carga simbólica de este día.

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