Editorial Marzo 2017

Marzo se ha convertido en Rute en un mes de referencia para las mujeres. Coincidiendo con el Día Mundial de la Mujer Trabajadora, se llevó a cabo un paro laboral de media hora de duración. Había sido convocado a nivel mundial por distintas organizaciones feministas y en Rute fue secundado por un nutrido grupo de mujeres. Durante esa media hora, las mujeres ruteñas, y algunos hombres, dejaron de trabajar para poner de manifiesto que aún hay personas del sexo femenino que cobran menos por trabajos iguales a los que realizan los hombres. También dejaron en evidencia cuestiones relacionadas con la violencia de género, que ha experimentado un repunte entre las generaciones más próximas. Además, en dicho acto reivindicativo nuestras representantes políticas se hicieron eco de manifiestos que habían sido consensuados con otras administraciones a nivel local y provincial, y que reconocen el retroceso de las políticas de igualdad.
Hablar de mujeres es pensar en nuestras abuelas, madres, hijas o hermanas; o en nuestras amigas o las compañeras de trabajo. En este sentido, a poco que cada uno reflexione y mire a su alrededor, descubre que se mantienen determinados roles o estereotipos. La mujer sigue siendo en la mayor parte de los casos quien suele hacerse cargo de los asuntos domésticos, la crianza de los hijos y el cuidado de nuestros mayores. Todavía pesa sobre las mujeres la presión social o familiar para que haga aquello que se espera de ella. Pero es obvio que las cosas han cambiado, la sociedad ha experimentado una evolución y la mujer ha ido conquistando espacios que antes le resultaban inasequibles. Cada vez resulta más frecuente que trabajen fuera del hogar, ocupen cargos de responsabilidad y nos representen. Sin embargo, el hecho de que una mujer esté al frente de una empresa periodística a nivel provincial sigue siendo noticia. Es el caso de nuestra paisana Magdalena Trillo, que el mes pasado recibió el Premio Igualdad por su trayectoria profesional.
Así las cosas, nos debatimos sobre si son o no necesarias o eficaces determinadas medidas de igualdad, sobre si debe haber o no cuotas para facilitar el acceso de la mujer a determinados ámbitos. No obstante, la verdadera revolución llegará cuando las mujeres, cada una en el ámbito que le toca, como madres, esposas o trabajadoras, por poner algún ejemplo, tomen conciencia de que los cambios más profundos tendentes a buscar esa igual real comienzan por cada una de ellas. Son las mujeres las primeras que no deben permitir tratos injustos, plantar cara a la violencia y procurar ser partícipes y visibles en la sociedad de la que forman parte. Por todo esto, el mes de marzo en Rute, además de ser un mes para la convivencia entre mujeres, y de reivindicación, también debe ser un mes para la reflexión y para el cambio que cada una puede propiciar desde sí misma. Ha de ser un mes para que hombres y mujeres aspiren a una sociedad más justa, en la que exista tolerancia cero a la violencia de cualquier tipo.
Al margen de las actividades que han girado en torno a la mujer, en marzo los agricultores han tenido que afrontar una plaga que ha afectado gravemente a sus cosechas, y que afortunadamente ya parece estar controlada. Precisamente, es ésta, la agraria, una actividad en la que, por cierto, el trabajo de la mujer resulta “invisible”. Prueba de ello el escaso número de explotaciones agrarias cuya titularidad es exclusiva de ellas, o incluso de titularidad compartida, como ya se pudo comprobar en una charla que hubo al respecto en este mes.

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