Editorial Julio-Agosto 2017

Agosto siempre viene cargado de emotividad, más si cabe este año. Estamos en un mes marcado por la celebración de nuestras Fiestas Patronales, las de la Virgen del Carmen. Son fechas que se viven en el pueblo con intensidad y en las que prima el reencuentro. Afloran los momentos y experiencias compartidos con familiares y amigos, que forman parte de la memoria de cualquier ruteño. Sin embargo, también son tiempos de ausencias y de echar de menos a los que ya no están. En este sentido, nos resulta obligado referirnos a dos tristes noticias de las que nos hacemos eco en la presente edición. Una es la marcha de las Hermanas Mercedarias, tras más de un siglo con presencia en nuestra localidad, y más concretamente, más de medio en la Escuela Hogar. La otra es el fallecimiento de Ángel López del Rincón, el maestro de escuela. Sin duda, han sido dos noticias que han pesado y calado profundamente en el corazón de muchos ruteños.
La superiora Sor Rosa María Palomino y el resto de religiosas han tenido que abandonar el lugar en el que han residido durante las últimas cinco décadas. Se han ido, sin hacer ruido, apesadumbradas de dejar el que ha sido su verdadero hogar durante buena parte de sus vidas, y en el que han dejado muestra de su buen hacer. Termina así la estancia de las Mercedarias en Rute. Ha sido una presencia destacada, a lo largo de los años, que ha contado con el reconocimiento del pueblo y que se ha manifestado en su paso por el hospital de Rute, la residencia de ancianos y el último reducto de su labor, la Escuela Hogar. Por ésta han pasado cientos de chicos y chicas. Fue una escuela creada para evitar el absentismo escolar y para facilitar a las familias menos pudientes su jornada laboral. La Escuela continúa, también en buenas manos. Sin embargo, las Mercedarias se han ido, probablemente de forma definitiva. Por tanto, es justo reconocer públicamente su labor de cuidado y la educación que procuraron transmitir a quienes con ellas compartieron esa casa.
En cuanto a don Ángel, como respetuosamente le llamaban sus alumnos, o conocido como Angelito, entre amigos y vecinos, nos ha dejado un hombre educado, culto y buen conversador. Quienes lo conocían saben que, en ningún momento de su vida, podía desprenderse del hecho de ser maestro. Era maestro con sus alumnos dentro y fuera del aula, en su casa con sus hijos o nietos, antes y después de su jubilación. Heredó la pasión por la docencia de sus padres, ambos también maestros de profesión. Era una persona deseosa siempre de transmitir y compartir conocimientos. Para él, sus alumnos eran su mejor legado. Su magisterio se caracterizaba fundamentalmente por la convicción más profunda de querer que cada alumno alcanzase la meta que se propusiese.
No son pocos los que le tributan un profundo agradecimiento porque gracias a su insistencia pudieron estudiar. Es el caso de Nicolás Molina, que también eligió ser maestro, o del ya difunto Vicente Pedraza, médico de profesión, quien en su acto de nombramiento de Hijo Predilecto de la Villa tuvo palabras para su maestro. También el Premio Villa de Rute, Antonio José Gómez Morillo, le rindió público reconocimiento por sus enseñanzas; o su querido alumno Sebastián García, el médico que lo ha asistido en sus últimos días. Fue el maestro de varias generaciones de ruteños y ruteñas que le correspondieron con su afecto durante todos estos años. Han sido décadas de entrega al magisterio, más de una veintena en su pueblo y quince años más en Córdoba, donde se jubiló. Por eso, recibió en vida homenajes y reconocimientos de sus alumnos de Rute y Córdoba.
Era alguien que además tenía una especial sensibilidad con la mujer, atento como los hombres de su época y siempre presto a cederles un asiento o el paso. Pero ante todo empeñado en que estudiasen, se formasen y fueran económicamente independientes. Por eso, quien se nos ha ido es una persona de grandes valores humanos y que ha dejado una huella imborrable en centenares de paisanos de nuestro pueblo. Por todos ellos, será eternamente recordado como lo que fue, don Ángel, “el maestro-escuela”. De nuevo este periódico que tantas veces él leyó ve la luz en un mes muy especial. Te echaremos mucho de menos. Nos va a costar olvidar tu mirada y tu sonrisa. Será imposible. Descansa en paz.

Deja un comentario